Incorporar la innovación a la empresa tradicional es una gran oportunidad para favorecer su competitividad y crecimiento. Pero ¿cómo debe hacerse esta transformación? ¿Qué liderazgo es necesario para fomentar el intraemprendimiento?
“La mejor forma de predecir el futuro es crearlo”, decía el gurú del management, Peter Drucker. Y esta es una meta que una empresa debe colocarse siempre. La innovación es un estado cambiante, un desafío que debe existir constantemente para poder aportar un valor cualitativo y diferencial. Un empresario siempre debe cuestionarse cómo proyecta su servicio en el mercado. Es imprescindible adoptar la innovación para poder dar respuesta a nuevas necesidades, e incluso para anticiparse a las tendencias del futuro. Innovar significa crear nuevas oportunidades para nuestro negocio.
La innovación y la gestión del talento
El informe de GEM España 2017-2018 señalaba que un 1,4% de la población española de entre 18 y 64 años había manifestado haber participado en iniciativas emprendedoras en su organización. El indicador ha retrocedido en el último año y demuestra que aún hay trabajo que hacer para que innovación y empresa vayan en sintonía. La falta de fluidez del intraemprendimiento favorece que, muchos de estos trabajadores, acaben liderando su propio proyecto. Lo hemos podido ver estos días en la plataforma de startups 4YFN: los negocios emprendedores han alcanzado máximos históricos durante el 2018 y la innovación forma parte de su ADN. ¿Por qué? Las startups definen su propia cultura organizativa y crean de cero sus valores. Si se encuentran los socios adecuados y se estudian correctamente las adversidades con las que se puedan encontrar en el camino, el liderazgo será mucho más fácil de adoptar.
Para las pequeñas y medianas empresas, en cambio, la innovación es la gran asignatura pendiente. Cuando se trabaja con un modus operandi tradicional y consolidado resulta más complejo incorporar nuevos horizontes. Esta convivencia requiere un liderazgo abierto y creativo, que consiga encajar las piezas y sumar nuevos resultados. Apostar por este camino, no solo evitará la fuga de talento, sino que es una gran oportunidad de futuro para mejorar la competitividad de la compañía.
¿Qué debemos plantearnos antes de apostar por la innovación?
La experiencia nos dice que hay dos vías para sumar innovación en la organización. La primera, adquirir startups. Una alternativa que, para muchas compañías, no funciona por falta de sintonía entre el equipo emprendedor y el resto de la organización. La segunda, cambiar de mentalidad y activar el emprendimiento desde dentro. En ambos casos debemos tener en cuenta varias cuestiones para garantizar el éxito:
- En primer lugar, debe visualizarse esta inversión como una transformación estratégica que nos hará repensar nuestro modelo de negocio. No se trata de una decisión puramente operativa (innovación en producto o en proceso), no es solo un gasto a presupuestar: es una reorientación de futuro y los resultados no se podrán analizar a corto plazo.
- Innovar requiere tener capacidad financiera: es una inversión que nos proporcionará un rendimiento en el tiempo.
- Como toda inversión, innovar conlleva un riesgo. Estamos hablando de anticiparse al futuro, de prever las nuevas tendencias, lo que, en ocasiones, nos puede llevar por caminos equivocados. Aun así, es un riesgo que vale la pena correr: de todo se aprende.
- El intraemprendimiento también requiere más agilidad en los procesos del trabajo, facilitando las herramientas y los recursos necesarios que nos permitan romper la estandarización y redefinirnos. Eso significa que debemos acortar el time-to-market, donde entra en escena un cambio en el liderazgo.
Todos estos puntos requieren transformar el liderazgo de la organización.
Un nuevo liderazgo para la empresa innovadora
La mentalidad emprendedora es un activo imprescindible para las organizaciones. Si no se incorpora, corren el riesgo de quedarse atrás, no conseguir retener y atraer el talento y perder su valor cualitativo.
Incluir el emprendimiento corporativo es un factor clave del liderazgo de la organización. Para ello debemos insertar una serie de competencias que servirán para activar este nuevo ecosistema emprendedor:
- Más estratégico. La innovación debe dar contenido a la propuesta de valor de la compañía. El líder deja de ser un gestor de recursos para convertirse en un co-creador que anticipará las circunstancias.
- Más ágil. El liderazgo debe favorecer que los sistemas de trabajo fluyan con más libertad, de un modo dinámico y circular, no lineal. La innovación no debe encontrarse trabas organizativas. Si queremos anticiparnos a las nuevas tendencias, debemos acortar el tiempo entre la definición de una idea y su lanzamiento al mercado.
- Más colaborativo (gestión de Stakeholders o grupos de interés). Hay que tener en cuenta que no solo se debe mirar dentro, si no también fuera, ya que ahora es el mercado quién marca el camino y no el equipo directo. Para ello, deben considerarse los factores que, directa o indirectamente, pueden influir en nuestro proyecto. Por ejemplo, si el mercado apunta a una tendencia más sostenible y queremos inculcarla en la fabricación de nuestro producto, debemos considerar cuestiones externas a nosotros, como si nuestro proveedor puede adecuarse a este cambio. Si el mundo cambia, nosotros debemos hacerlo antes.
- Más analítico. Debe existir un seguimiento constante y muy claro del impacto del negocio y de los resultados obtenidos para poder redirigir nuestro proyecto hacia donde queremos estar.
Mi aprendizaje de la experiencia
La innovación y el emprendimiento corporativo no son solo temas de grandes corporaciones, sino una asignatura pendiente para los sectores tradicionales. Se trata de buscar nuevas oportunidades. La irrupción de las nuevas tecnologías en nuestro día a día ha cambiado la relación del consumidor con la marca, dando una importancia determinante a las plataformas digitales. El sector inmobiliario, por ejemplo, ha tenido que adaptar su modelo de negocio hacia este nuevo escaparate que es Internet. Y a partir de aquí, no han dejado de innovar. Eso ha hecho que grandes corporaciones inmobiliarias creen su propia incubadora de emprendedores. Un recurso que les garantiza dar respuesta a las necesidades del mercado, antes incluso de que el consumidor las sienta. Se trata de ser rompedores, de arriesgar, de ofrecer algo distinto. Eso les da un valor.
Lo mismo podríamos decir del mundo editorial o del transporte, por poner algunos ejemplos en distintos sectores. La resistencia al cambio, la asignatura pendiente de la digitalización de las empresas e incluso el desconocimiento de los beneficios que conlleva la innovación en la organización, son algunos de los factores por los que el intraemprendimiento continúa siendo un reto para la pequeña y la mediana empresa. Pero, en realidad, apostar por la innovación es una oportunidad que no debemos dejar perder: es un recurso de futuro.
El reto es ¿cómo fortalecer el liderazgo de nuestra empresa para incluir una innovación basada en el desarrollo de la competencia del emprendimiento corporativo?
Un abrazo, Isabel Nogueroles.