“Lo importante es que te respeten, no que te quieran”
Esta es una de las frases que más ha resonado en mí este mes. La regaló el líder de una filial española del sector retail en una reunión de feedback con una de sus directivas estrella, que recientemente había promocionado.
<<Ella nos comentaba la dificultad en asumir plenamente el rol de liderazgo internacional. Intentaba constantemente dar respuesta y mostrar mucha empatía con todos los stakeholders clave de la compañía. Sin embargo, a pesar de su esfuerzo, no era capaz de contentar a ciertos interlocutores quienes cuestionaban su función en un claro desafío por seguir ostentando el poder local. >>
Personalmente, esta frase resonó en mí como un HAIKU, (poema breve japonés). Y no por la interpretación fácil y errónea de pensar que es mejor que te teman a que te quieran, sino porque encierra en sí una gran sabiduría.
Como sabes, ocupar un rol de liderazgo supone estar a la altura de la responsabilidad y de la capacidad de ejercer una influencia efectiva. Y decidir y ejercer una influencia positiva puede suponer una clara amenaza al status quo.
Tal vez hayas escuchado que a las personas con clara orientación a solucionar problemas y con gran vocación de servicio, a veces les cuesta tomar decisiones valientes, pero impopulares, mantenerse firme y coherente neutralizando el impacto que supone tener defensores y detractores.
Es lo que se conoce como “La soledad del líder”, esa posición en la cual involucras a todos, pero al final tu capacidad de liderazgo se valora en la medida en que seas respetado (que no querido) incluso por tus detractores.
En los últimos meses, si pienso en el concepto de liderazgo y respeto más allá de las experiencias de mis clientes, lo asocio a dos nombres propios de mujeres a las cuales quiero rendir mi particular homenaje.
Una de estas mujeres es, Angela Merkel, la primera mujer canciller de Alemania que se retira tras 16 años en el poder con el respeto de muchos de sus contrincantes políticos nacionales y europeos. La otra es Anisa Rasooli quien fue nombrada recientemente la primera mujer en formar parte del Tribunal Supremo de Afganistán. Ha sido una firme defensora de que un mayor número de mujeres ostenten cargos judiciales. Sin embargo, hoy es odiada por el régimen político talibán y teme por su vida.
¿Qué han hecho estas dos líderes para profesar este respeto?
Según lo que opinan los expertos, las dos coinciden en tema clave como:
- Su liderazgo está basado en valores y convicciones firmes, es un liderazgo de propósito.
- Su sensibilidad frente a los cambios del contexto de forma cautelosa. Si el contexto cambia es el momento de entender cuáles son los ciclos nuevos para hacer más cosas y conseguir más resultados en las organizaciones y en la sociedad.
- Hacer lo que consideran correcto, no lo que todos esperan. Ellas han entendido que ocupar su rol significa encontrar soluciones a problemas.
- Su capacidad de construir alianzas y negociar para llegar a acuerdos.
- Rectificar cuando se equivocan.
- Su flexibilidad para buscar consensos. El no imponer sus decisiones, la capacidad de escuchar e incluso hacer suyas propuestas de sus rivales.
- Cuidar la relación con el poder. Nadie como Merkel ha sabido sumar capital político, emplearlo en situaciones muy adversas en el plano europeo e internacional, y aprender de cada una de las experiencias que ha tenido.
- Su gran eficacia. Nadie trabaja más, nadie está tan habituado a resultados y nadie predica mejor con el ejemplo.
- Su estilo de comunicación. El discurso está plagada de rigor científico, transmite tranquilidad y desactiva las histerias. Da la cara.
Mi aprendizaje de la experiencia
Desde mi punto de vista, un liderazgo ético, eficaz y que genere respeto, implica que los líderes sean conscientes de las consecuencias de sus decisiones sobre las todas personas implicadas: los propios directivos, los empleados, clientes, proveedores, la comunidad local y las futuras generaciones.
Basada en mi experiencia en acompañar a líderes de diferentes empresas, puedo asegurar que son ellos quienes practican a diario esta consciencia y quienes demuestran una mayor efectividad del liderazgo. Y la efectividad del liderazgo tiene como consecuencia directa la obtención de mejores resultados de la organización.
Y es que el liderazgo es una cuestión de práctica. El respeto no es una flor de un día, algo puntual. El líder debe ejemplarizar con su conducta los comportamientos que espera de su equipo, acompañar a las personas en como superar los dilemas que suponen conflictos de valores, e invertir en debatir, formar, reconocer y publicar aquellas buenas prácticas que orientan la organización hacia el futuro.
Solo desde una orientación que incluya la ética y la eficacia, el liderazgo se convierte en un activo indispensable capaz de transformar y mejorar las organizaciones y la propia sociedad. Desde mi perspectiva, esa es la gran aspiración del liderazgo, ese es el gran valor del liderazgo actual.
Dicho esto, profeso es un gran respeto y agradecimiento por el modelo de liderazgo de estas dos mujeres. Porque se trata de respeto, se trata de estar a la altura de la responsabilidad que ocupas, se trata de la relación con el poder, se trata de liderazgo.
Hace unas semanas después de las elecciones alemanas, amanecíamos con la noticia que el pueblo alemán había decidido no dar representación a la ultraderecha. Hoy, estoy convencida de que en Afganistán, antes que después, serán las mujeres del país y no los ejércitos, quienes forjarán la posibilidad de un futuro.
Demos un paso más. Urge incorporar la dimensión ética del liderazgo en el mundo. Porque cuando uno predica con el ejemplo, se hace respetar.
Isabel Nogueroles