La experiencia del COVID ha puesto a prueba nuestra capacidad de tomar decisiones.
Hemos tenido experiencias positivas, otras no tanto. Nos hemos sentido incomodos tomando ciertas decisiones ya que a veces no disponíamos de toda la información o quizás porque esas decisiones implicaban cambios importantes en personas o en circunstancias sobre las que veníamos trabajando. Lo que podemos asegurar es que está siendo un período muy intenso y más que nunca esto requiere tomar decisiones de forma ágil y oportuna.
Desde mi experiencia, he podido observar que aquellas decisiones valientes son aquellas que nos han sacado de nuestra zona de confort. La calidad de nuestras decisiones hoy comprometen nuestro futuro, porque nos posiciona, nos responsabiliza pero también nos da nuevas oportunidades.
Más allá de la competencia de decisión a nivel individual como líderes, la capacidad de decidir de una organización es un factor clave que atender, cuando lo hacemos de forma colectiva, cuando delegamos en parte de la organización su capacidad de decisión y, por tanto, de acción, debemos garantizar que son capaces de decidir de forma colectiva de una manera autónoma pero coordinada, coherente con los objetivos de empresa y valiente en tomar decisiones cómodas e incomodas y comunicarlas de forma efectiva para que se traduzcan en acciones claras.
Tomar decisiones es clave. Decidir es generar oportunidades. Decidir es fijar prioridades y criterios. Decidir es hacerlo en clave de futuro porque hacerlo en función de lo que ha funcionado hasta ahora cuando el contexto varía ineludiblemente no es garantía de éxito.
A menudo no podemos esperar a tener toda la información para tomar decisiones. Pienso que una buena decisión no solo tiene que ver con el resultado si no con tomarla en el momento oportuno. Porque decidir es poner foco. Y hoy es más necesario que nunca decidir y no llevarse por la inercia.
Por eso, decidir de forma valiente significa tomar acción hoy para no comprometer el futuro. Es arriesgarse y confiar en que estamos tomando la mejor decisión en estos momentos para generar el resultado que esperamos o para aprovechar una nueva oportunidad.
¿Cuáles son las principales barreras o retos ante las decisiones?
- Demasiado análisis. El exceso de perfeccionismo intentando anticipar todas las posibles consecuencias, evaluando todas las variables y construyendo las contingencias nos lleva a la parálisis por análisis. Los detalles son importantes, pero más importante es actuar.
- Intentar contentar a todos. Cuando tomamos una decisión y nos posicionamos es probable que no todo el mundo esté de acuerdo o comparta esa decisión. Nos puede ayudar distanciarnos de la situación y pensar en para qué tomamos esa decisión, no en salvaguardar a toda costa nuestra posición.
- Mirar hacia otro lado para evitar un conflicto. Esto no puede terminar bien ya que en algún momento u otro vamos a tener que tomar esa decisión.
- No querer comprometerse con el resultado de la decisión. Decidir es arriesgarse y debemos ser capaces de asumir las consecuencias y aprender de ellas, sean positivas o no.
- La aversión al riesgo. Si somos capaces de reconocer la ansiedad que nos produce tomar ciertas decisiones, ya hemos dado el primer paso. Liderar también es confiar.
Al final no se trata de si las decisiones son correctas o incorrectas, se trata de identificar si son útiles, si hemos aprendido, si nos están acercando a soluciones más creativas y complejas, si nos han hecho más fuertes como equipo, más ágiles, más focalizados y sobretodo, si estamos más alineados.
Mi aprendizaje de la experiencia
Como decía el Premio Nobel de economía, Stiglitz, toda persona, empresa o sociedad, para sobrevivir necesita aprender al menos a la misma velocidad con la que cambia su entorno y, si quiere progresar, a más velocidad.
Debemos valorar también la calidad de las decisiones teniendo en cuenta las oportunidades que han generado, la velocidad con la que las hemos tomado, el proceso que hemos seguido o la coordinación que hemos conseguido. No todo es o ganar o perder.
Y yo me pregunto, ¿cuántas buenas decisiones se han perdido por la falta de coordinación? ¿Cuántas decisiones han quedado congeladas esperando a tener la máxima certeza? ¿Cuántas decisiones mediocres hemos tomado por intentar contentar a todos?
A todos los niveles de la organización tomamos decisiones. Focalicémonos en el para qué las tomamos y no solo en el por qué. Si tenemos el para qué claro, juntos encontraremos el cómo.
Muy importante, sobre todo, decidas lo que decidas, no puedes olvidarte de comunicarlo. Comunicar una decisión es una acción de valientes.
Estos son momentos de muchas decisiones valientes, nuestro liderazgo se pone a prueba hoy, las decisiones que tomemos o no tomemos en estos momentos serán cruciales para crecer. Hacerlo a tiempo, con consciencia, con orientación a solución, con coherencia marcará la diferencia. Y ese es uno de los retos de nuestro liderazgo hoy, estar a la altura de la complejidad de las decisiones que se requiere.
Y vosotr@s:
¿Cuáles son las decisiones que habéis tomado que se han acercado más a escenario de solución?
¿Qué creéis que ha sido importante para facilitar un proceso de decisión colectivo que generará nuevas oportunidades?
¿Qué hemos perdido al no decidir ágilmente en el momento oportuno?
¿Cómo valoramos la calidad de nuestras decisiones?
¿Qué decisiones valientes tienes que tomar hoy o qué decisiones valientes vas a proponer para que se tomen en tu organización?
Un abrazo,
Isabel Nogueroles
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